domingo, 20 de marzo de 2016

¿Trabajar por dinero o por vocación?

Cuando solicité plaza en la carrera de traducción e interpretación, lo que más me motivaba era la traducción editorial y más concretamente la literaria. Desde que era muy pequeña, el meterme en la cama con un buen libro y un vaso de leche es mi momento favorito del día. Un día, cuando era aún pequeña, leyendo Alicia en el País de las Maravillas, le dije a mi abuelo que me encantaba la historia y que estaba disfrutando mucho de su lectura. A lo que mi abuelo (que me inculcó el amor por la literatura) me respondió «dale las gracias al escritor por la idea, pero dáselas al traductor por poder leerlo». Y desde ese momento supe que la traducción literaria era lo mío; que quería acercar las historias que se contaban en otras lenguas a aquellos que no pueden leer el original.

Este año al fin, en cuarto y último curso, he podido cursar la asignatura de traducción editorial y lo primero que nos dijo la profesora fue que los traductores en este tipo de textos pasamos a ser creadores, pero también dijo que es la traducción peor pagada y la menos reconocida, y que muy poca gente puede vivir solo de traducir libros. Y la pregunta que yo me planteo es la siguiente: si los traductores literarios pasamos a ser creadores, es decir, que tenemos más libertad y tenemos que recurrir más a la capacidad creativa ¿por qué se nos deja en la portada interior del libro y no es la cubierta como muchos traductores reivindican? ¿Por qué somos los que tienen tarifas más bajas siendo una de las traducciones más complejas? Si bien es cierto que la idea es del escritor, el traductor debe hacer un ejercicio de adaptación cultural que, en muchas ocasiones, implica reescribir el texto de cero, con la dificultad añadida que supone el hacerlo con un registro literario que, en algunos casos roza lo poético, teniendo siempre presente las ambigüedades, los juegos de palabras y los recursos literarios.  Además, al igual que en los demás tipos de traducción, se necesita documentación previa en muchos casos, como en un libro histórico, por ejemplo.

Por poner un ejemplo, en el caso de la traducción de un poema, tenemos que tener en cuenta tanto la rima, como el contenido del poema, el tipo de estrofa etc., y lo paradójico es que, a pesar de su complejidad, se nos reconoce el trabajo al no ser reconocidos por el lector. Y solo se habla del traductor cuando algo del escrito no nos convence. Sin ir más lejos, está el caso de los libros de la saga Outlander, Forastera en español. Son un total de ocho libros publicados y traducidos hasta el momento, de no menos de quinientas páginas cada uno y que ahora mismo tienen muchísimo apogeo por el estreno de la adaptación televisiva basada en los mismos. Los libros  se han hecho especialmente famosos en España, además de por lo ya dicho, porque la traducción tiene omisiones considerables (hablamos de hasta capítulos enteros). La editorial ha sacado una reedición, en este caso sin omisiones, y no se ha hablado del gran trabajo que ha hecho el nuevo traductor, que ha tenido que mantener el estilo del traductor anterior para que a los lectores fieles no les impacte un estilo completamente nuevo y se note el cambio de pluma, y añadir texto a lo ya escrito.

Además, deberíamos tener en cuenta que, si hablamos de España, el sector editorial recibe su mayor porcentaje de beneficios de obras extranjeras, es decir, de traducciones.
Si algo es innegable, es que los traductores en general y los de textos literarios en particular deberíamos tener reconocimiento en igual medida por nuestros errores y por nuestros aciertos. Además de que las tarifas no son justas de acuerdo con el tiempo invertido, la extensión y la dificultad del texto.

Por sacar algo positivo de esta situación termino el artículo citando de nuevo a mi profesora de traducción editorial: «Todo tiene su lado bueno y su lado malo. La situación es triste, pero, al ser el tipo de traducción que peor situación presenta en el mercado laboral, lo más seguro es que solo encuentres buenos profesionales en el sector, puesto que hacen su trabajo por vocación y no por dinero o reconocimiento, ya que no recibirán apenas nada en ambos casos».

Si queréis saber más datos sobre la situación del mercado de la traducción editorial, os dejo un enlace del Ministerio de cultura con datos muy interesantes: http://www.mcu.es/libro/docs/MC/CD/TRADUCCION_2010.pdf

María Jesús Ortega López


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