¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza pasar el verano en
un país diferente? ¿Con una familia a la que solo has visto a través de tu
pantalla? ¿Conocer una persona nueva a cada paso que das? Puede que dicho así
de un poco de miedo, pero confía en mí y llega hasta el final, verás cómo la
maleta te acaba cantando Come fly with me
a lo Sinatra y te unes a los locos que se lanzan a descubrir el mundo. Por
si no lo has adivinado aún: ¡sí!, yo soy una de esos locos y no me arrepiento
ni por un segundo de serlo.
Mi pequeña gran aventura tuvo lugar este pasado verano de
2015, el año en que toda mi vida cambió. Vale, quizás eso es muy dramático; mas
bien fui yo la que cambió y, sin duda, diría que para mejor. Partí de mi ciudad
natal con más miedo y determinación que calcetines (y te aseguro que calcetines
llevaba para dar y regalar, ¡cosas de madres!), pero volví con el alma dividida
y unas inmensas ganas de seguir descubriendo, incluso los pequeños recovecos de
mi propia ciudad. Aun contándote mi primer paso fuera de casa siento que falta
contexto; los traductores y el contexto, siempre lo mismo. Así que para
situarte y darme el gustazo de aportar contexto (todo depende siempre de este),
recapitularé hasta un poco más atrás. Brevemente, espero.
¿Mi carrera? Traducción e Interpretación. Para aquellos que
me imaginen con boas de plumas en un escenario o imitando a Julia Roberts,
olvidaos de eso, esta carrera no va de eso, amigos. ¿Mi sueño? Recorrer el mundo
entero, pero más allá de eso: conocer todas las culturas, idiomas y personas
que me permita la vida. Y si estos son o han sido tus sueños, sabrás que
marcharte de casa y plantarte en cualquier ciudad sin tener antes trabajo ni
casa no es imposible, pero sí muy duro. Así pues, decidí buscar una solución
que me permitiese, no solo mejorar mi nivel de francés, en este caso, sino
además conocer gente y sitios nuevos.
Ya me habían hablado antes de lo que todos llaman “irse de
au pair”, pero tenía tantísimo miedo que hasta que no estuve entre la espada y
la pared (o mejoraba el nivel oral de francés o moría en el intento con mi
grado de TeI), no me lancé y agarré mis posibilidades con todas mis fuerzas.
Ser au pair te permite aprender a la
vez que enseñas, es un intercambio continuo de conocimientos y sentimientos.
Fue entonces cuando me registré en una página dedicada justamente a esto y
llegó la época de los correos incesantes a cada familia que me gustaba y el
tiempo, aún peor, de espera. Espera a que respondiesen, espera a que se
decidiesen entre una chica y tú, espera a saber más de ti… Por suerte esto no
les pasará si lo hacen con Idiomas Sevilla, no llegarán a conocer esa etapa,
una de las más difíciles para mí, por la insistencia y motivación que tuve que
mostrar.
Una vez encontrada la familia llegan los dramas: miedo a que
no te entiendan, a no entender a la gente del país de destino; miedo a no
llevarte bien con la familia; miedo a sentirte decepcionado… Pero si hay algo
que he aprendido del miedo es que muchas veces es infundado y nace de nuestras
propias inseguridades. Una vez estás allí te das cuenta de lo que eres capaz y
aunque no llegues ni te vayas siendo perfecto, aprendes muchísimo, más de lo
que nunca podrás obtener de los libros (en algunos aspectos al menos).
No te diré que fue “pan comido” pero aprendí más de lo que
nunca habría llegado a imaginar, además de las muchas cualidades que adquirí
trabajando con mis dos pequeñajos: paciencia (¡Santa Madonna! Muchísima
paciencia), seguridad, creatividad, vitalidad, motivación, empatía y una lista
interminable de cosas que ni siquiera yo sé. Conocí a gente maravillosa que aún
hoy en día llevo en el corazón y que forman parte de mi presente y por
supuesto, de mi futuro. Y me enamoré. Estabas deseando llegar a esta parte, lo
sé. Me enamoré de las calles de Francia; de las casas de película de la Bretaña
(Francia); de la gente que me acogió como si fuese una más de la familia, una
amiga más en las reuniones de los picnics; de mis pequeñajos… Con todos y cada
uno de ellos viví momentos inolvidables y cada día que pasa me alegro más de
haber tomado la decisión que tomé.
¿Miedo? Sí. Pero el miedo nunca debe pararnos. El futuro
siempre es algo incierto, pero si tienes una mano amiga todo es más fácil. Y es
por eso por lo que escribo esta entrada, para animaros a descubrir mundo, a
formar parte de él de nuevas maneras, conviviendo con gente desconocida a los
que llegarás a conocer como si fueran de toda la vida y a aprender cada día un
poquito más. Idiomas Sevilla te da la oportunidad de hacerlo con su nuevo
programa de au pair, en el que
ponemos en contacto a familias y jóvenes que desean aprender y están dispuestos
a trabajar (cuidando y enseñando español a niños) y ser uno más de la familia.
Con mucho más que decir pero con la alegría de saber que algún día serás tú
quien emprenda tal aventura y tengas que contarles a todos que esto es
increíble a la vez que maravilloso, no diré más que: ¡hasta pronto!
Sara López Martínez
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