domingo, 3 de abril de 2016

Censura este doblaje


La censura fue y será un problema presente en todas y cada una de las sociedades que han formado parte de la historia universal. Puede  que en cada sociedad se haya manifestado de una manera diferente o aplicado a un sector concreto (cine, espectáculo, prensa, etc.), pero todas han sufrido cierta censura en algún momento de su trayectoria hasta llegar a ser lo que son hoy en día. España no es la excepción que confirma la regla, sino que mas bien destaca como uno de los países más censurados y oprimidos de la historia.

A pesar de que la llegada del franquismo empeoró esta situación de censura notablemente, no era nada nuevo para los españoles, que ya habían sufrido la censura de los anteriores “regentes”. En el cine, en concreto, llevaba ocurriendo desde principios del siglo XX, cuando se censuraron contenidos que se consideraron inapropiados para ser expuestos al público. Es ahí, en un momento de inmensa censura como supuso el franquismo, cuando el doblaje se impuso con más fuerza en España con la llegada de la orden ministerial de Abril de 1941. Esta orden prohibió que se hablase cualquier otra lengua que no fuese el español, sin importar si era una lengua del territorio o extranjera. Por supuesto, esto no quedo ahí, sino que afectó tanto a nivel individual (no  se podían usar nombres de persona que fuesen extranjeros o incitasen al regionalismo), como a las empresas y establecimientos del país. Se prohibió pues, el uso de nombres extranjeros o regionalistas en todo tipo de establecimientos, carteles, rótulos, etc., los cuales tuvieron que ser cambiados por equivalentes nacionales.

Está claro que Franco solo intentaba proteger la hispanidad y la pureza de la cultura española, no influir en la ideología de la gente o en su educación, ¿quién osaría dudar de ello? Ironías aparte, esta censura tuvo muchísimas consecuencias, pero no todas fueron negativas, aunque por mucho que lo intente, solo logro pensar en una positiva: el gran auge de la industria del doblaje en España.  Sin embargo, al intentar enumerar los aspectos negativos de esta censura lo que faltan son dedos en las manos que me ayuden a llevar la cuenta de tanta barbarie. 

Censurar la práctica de cualquier lengua salvo el español provocó así una censura de cualquier otra ideología que no fuese la propia del dictador y los simpatizantes del régimen, ya que cualquier parte del guion que pudiese parecer de carácter antipatriótico o que fuese en contra de la ideología del régimen era modificada o suprimida. Tanto la Iglesia como la Junta Superior de Censura Cinematográfica decidían qué se podía ver y escuchar y que era totalmente inapropiado, del mismo modo que censuraban imágenes como las de los rótulos o carteles ¡Recen por las almas de aquellos que pensaron siquiera fugazmente en la espalda desnuda de Romy Schneider!

La censura cinematográfica cuenta con innumerables anécdotas, pero algunas han pasado ya a formar parte de la historia del cine y de España, como el conocidísimo caso de Casablanca o Mogambo. En esta última los censuradores decidieron que mostrar al público español una actitud tan poco cristiana como la de Grace Kelly, quien cometía adulterio con el seductor Clarck Gable, era algo imperdonable, pero remediable, así que pusieron una tirita sobre el hueso roto y convirtieron al matrimonio protagonista del film en hermanos, de modo que Grace Kelly pudiese parecer demasiado cariñosa con su hermano, pero no una adultera ¡dios nos libre! La ocurrencia de Casablanca fue menos llamativa para la gente que no había visto la versión original de la película, pero aun así fue destacable. En ella, el pasado del personaje estrella, protagonizado por Humphrey Bogart, sufre un “leve” cambio, ya que pasa de ser un simpatizante del bando republicano, a luchar contra la anexión de Austria al imperio nazi. Un pequeño detallito que las distribuidoras españolas pensaron que quedaría “mejor”.

A pesar de las decenas de años que han pasado desde estos capítulos de nuestra historia, muchas de las películas que fueron manipuladas en la época, no han vuelto a ser dobladas sin estas censuras. Además, ya sea por falta de imaginación de algunos traductores o por manipulación premeditada, muchas de las películas que vemos hoy en día no son una versión “fiel” de las originales, dado que se omiten partes de diálogos, narraciones, subtítulos de las canciones (que aportan información importante a la historia que se cuenta), etc. Y disculpen que les diga, pero es tan culpable el que miente como el que no dice la verdad; el hecho de omitir una parte en lugar de modificarla o directamente inventársela por completo no los hace menos secuestradores de la libertad de expresión.

Sara López Martínez

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