La tarea del
traductor no es tan simple como parece. Es cierto que lo que hace un traductor
es leer y escribir, pero tomando esto como referencia, es necesario matizar un
poco. Cuando un traductor se pone a leer lo que tiene que traducir, no hace una
única lectura, hace varias y todas ellas de distinta forma. Tiene que comprender
el texto de principio a fin, de frente y del revés. Pero comprender al cien por
cien el texto no es la finalidad de la lectura, es solo el punto de partida
para comenzar a traducir. Cuando el traductor comienza a leer se activa en él
automáticamente un mecanismo de detección de obstáculos; cada palabra
desconocida puede implicar un riesgo a la hora de traducir y cada estructura
difícil puede ser un escollo (Grosman & Rogarte, 2009, p.
103) .
Desde que comenzamos la carrera, siempre nos han dicho esto y, sinceramente, me
preocupaba un poco. Tenía continuamente en la cabeza eso de, ¿y si no me doy
cuenta de los posibles problemas a la hora de traducir?, ¿y si las estructuras
que utilizo son calcadas? y miles de preguntas como estas. Por eso, decidí
hacer algo. Me di cuenta de que, a pesar de que en la carrera entregamos
muchísimas traducciones y siempre estamos haciendo proyectos, necesitaba hacer
algo por mi cuenta para que mi «capacidad traductora» se desarrollara y así
poder ver todo eso que los traductores ven cuando leen.
En
un congreso de traducción me hablaron de los voluntariados. Me pareció una muy
buena idea, ya que yo tendría la oportunidad de practicar a la vez que ayudaba
a personas y, sobre todo, organizaciones que no tienen los recursos o los
medios para conseguir una traducción. Estuve investigando un poco sobre The Rosetta Foundation y a
través de ellos llegué a la página web en la que hice el voluntariado. Es muy
sencillo, lo único que tienes que hacer es registrarte e incluir tu combinación
de lenguas (en mi caso, inglés y francés hacia el español). Una vez registrado,
entras en la página principal y te aparecen todos los archivos que hay
pendientes de traducir y tú eliges los que mejor se adaptan a ti. Yo lo hice
durante el verano ya que era cuando más tiempo tenía. En total, hice cuatro
proyectos que me parecieron muy interesantes. Los cuatro estaban relacionados
entre ellos, trataban políticas de adaptabilidad de las ciudades a
discapacitados en Malasia y Uganda.
Cuando
empecé, me daba miedo porque no confiaba mucho en mí misma. Pensaba en que
quizás no les iba a gustar mi traducción, que no iban a estar de acuerdo con mi
manera de resolver los posibles problemas… Pero en general, fue una experiencia
muy buena. A la misma vez que estaba practicando y que utilizaba el
voluntariado para no desconectar al cien por cien del mundo de la traducción
durante el verano, estaba ayudando a gente que de verdad necesitaba esa
traducción. Lo que realmente me impulsó a decidir ser traductora voluntaria fue
eso. Gracias a unas horas de tu tiempo se puede hacer posible algo tan
importante hoy en día como que las ciudades sean más accesibles. De los cuatro,
el texto que más me llamó la atención fue una propuesta en la que se pedía que
en Uganda se facilite la participación de las personas con discapacidad en la
política reservando escaños para ellos. Traduciendo este texto, me di cuenta de
que la traducción va más allá de que podamos leer un libro o ver una película
de moda, la traducción es realmente una unión entre diferentes culturas.
Experiencias
como estas me hacen darme cuenta de que cuando decidí estudiar Traducción e
Interpretación acerté. Este año, en el último curso de la carrera, estamos
haciendo muchísimas más traducciones y una a una me enamoro más de esta
profesión. Es cierto que asusta un poco el hecho de acabar la carrera porque no
sabes lo que te espera fuera, si vas a encontrar trabajo, si podrás trabajar en
la traducción o tendrás que dedicarte a otra cosa, pero lo que sí tengo claro
es que, después del voluntariado, de los cuatro años de carrera y de las
prácticas en una empresa de traducción, voy a luchar por conseguir ser una
buena traductora y poder dedicarme totalmente a ello ya que es lo que me gusta.
Bibliografía
Grosman, P. & Rogarte, A., 2009. Cuatro
tramas: orientación para leer, escribir, traducir y revisar. Buenos
Aires: Tres Almenas.
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