domingo, 8 de mayo de 2016

Ahora sé que lo mío es la traducción

La tarea del traductor no es tan simple como parece. Es cierto que lo que hace un traductor es leer y escribir, pero tomando esto como referencia, es necesario matizar un poco. Cuando un traductor se pone a leer lo que tiene que traducir, no hace una única lectura, hace varias y todas ellas de distinta forma. Tiene que comprender el texto de principio a fin, de frente y del revés. Pero comprender al cien por cien el texto no es la finalidad de la lectura, es solo el punto de partida para comenzar a traducir. Cuando el traductor comienza a leer se activa en él automáticamente un mecanismo de detección de obstáculos; cada palabra desconocida puede implicar un riesgo a la hora de traducir y cada estructura difícil puede ser un escollo (Grosman & Rogarte, 2009, p. 103). Desde que comenzamos la carrera, siempre nos han dicho esto y, sinceramente, me preocupaba un poco. Tenía continuamente en la cabeza eso de, ¿y si no me doy cuenta de los posibles problemas a la hora de traducir?, ¿y si las estructuras que utilizo son calcadas? y miles de preguntas como estas. Por eso, decidí hacer algo. Me di cuenta de que, a pesar de que en la carrera entregamos muchísimas traducciones y siempre estamos haciendo proyectos, necesitaba hacer algo por mi cuenta para que mi «capacidad traductora» se desarrollara y así poder ver todo eso que los traductores ven cuando leen.

            En un congreso de traducción me hablaron de los voluntariados. Me pareció una muy buena idea, ya que yo tendría la oportunidad de practicar a la vez que ayudaba a personas y, sobre todo, organizaciones que no tienen los recursos o los medios para conseguir una traducción. Estuve investigando un poco sobre The Rosetta Foundation y a través de ellos llegué a la página web en la que hice el voluntariado. Es muy sencillo, lo único que tienes que hacer es registrarte e incluir tu combinación de lenguas (en mi caso, inglés y francés hacia el español). Una vez registrado, entras en la página principal y te aparecen todos los archivos que hay pendientes de traducir y tú eliges los que mejor se adaptan a ti. Yo lo hice durante el verano ya que era cuando más tiempo tenía. En total, hice cuatro proyectos que me parecieron muy interesantes. Los cuatro estaban relacionados entre ellos, trataban políticas de adaptabilidad de las ciudades a discapacitados en Malasia y Uganda.

            Cuando empecé, me daba miedo porque no confiaba mucho en mí misma. Pensaba en que quizás no les iba a gustar mi traducción, que no iban a estar de acuerdo con mi manera de resolver los posibles problemas… Pero en general, fue una experiencia muy buena. A la misma vez que estaba practicando y que utilizaba el voluntariado para no desconectar al cien por cien del mundo de la traducción durante el verano, estaba ayudando a gente que de verdad necesitaba esa traducción. Lo que realmente me impulsó a decidir ser traductora voluntaria fue eso. Gracias a unas horas de tu tiempo se puede hacer posible algo tan importante hoy en día como que las ciudades sean más accesibles. De los cuatro, el texto que más me llamó la atención fue una propuesta en la que se pedía que en Uganda se facilite la participación de las personas con discapacidad en la política reservando escaños para ellos. Traduciendo este texto, me di cuenta de que la traducción va más allá de que podamos leer un libro o ver una película de moda, la traducción es realmente una unión entre diferentes culturas.

            Experiencias como estas me hacen darme cuenta de que cuando decidí estudiar Traducción e Interpretación acerté. Este año, en el último curso de la carrera, estamos haciendo muchísimas más traducciones y una a una me enamoro más de esta profesión. Es cierto que asusta un poco el hecho de acabar la carrera porque no sabes lo que te espera fuera, si vas a encontrar trabajo, si podrás trabajar en la traducción o tendrás que dedicarte a otra cosa, pero lo que sí tengo claro es que, después del voluntariado, de los cuatro años de carrera y de las prácticas en una empresa de traducción, voy a luchar por conseguir ser una buena traductora y poder dedicarme totalmente a ello ya que es lo que me gusta.

Bibliografía

Grosman, P. & Rogarte, A., 2009. Cuatro tramas: orientación para leer, escribir, traducir y revisar. Buenos Aires: Tres Almenas.


Cristina Ureña Bueno


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